"Desechando,
pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las
detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no
adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado
la benignidad del Señor.
Acercándoos
a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, más para Dios
escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como
casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales
aceptables a Dios por medio de Jesucristo.
Por
lo cual también contiene la Escritura:
He
aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; Y el
que creyere en él, no será avergonzado.
Para
vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, La
piedra que los edificadores desecharon, Ha venido a ser la cabeza del ángulo; y:
Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra,
siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.
Mas
vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido
por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las
tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero
que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado
misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia."
Hablar mal es señal de maldad y engaño en el corazón y estorba nuestro
provecho por la palabra de Dios.
La vida nueva necesita un alimento idóneo. Los
infantes desean leche y hacen por ella lo mejor que pueden conforme a su
capacidad; así́ deben ser los deseos del cristiano por la palabra de Dios.
Nuestro
Señor Jesucristo es muy misericordioso con nosotros, miserables pecadores y
tiene plenitud de gracia. Pero hasta el mejor de los siervos de Dios en esta
vida tiene solo un anticipo de las consolaciones de Dios.
Cristo
es llamado Piedra para enseñar a sus siervos que Él es la protección y la
seguridad de ellos, el fundamento sobre el cual son edificados.
Él
es precioso en la excelencia de su naturaleza, la dignidad de su oficio, y la
gloria de sus servicios.
Todos
los creyentes verdaderos son un sacerdocio santo; sagrado para Dios, servicial
para los demás, dotados de dones y gracias celestiales.
Pero
los sacrificios más espirituales de lo mejor en oración y alabanza, no son
aceptables sino por medio de Jesucristo.
Él
es la piedra del ángulo que une a todo el número de creyentes en un templo
eterno, y soporta el peso de toda la construcción.
Elegido
o escogido para un fundamento que es eterno. Precioso más allá́ de toda comparación
por todo lo que pueda tener valor.
Ser
edificado en Cristo significa creer en El; pero en esto se engañan muchos a sí
mismos, no consideran lo que es, ni la necesidad de participar de la salvación
que Él ha obrado.
Aunque
la estructura del mundo se estuviera cayendo a pedazos, el hombre que está
edificado sobre este fundamento puede oírlo sin temer.
El
no será́ confundido. El alma creyente se apresura a ir a Cristo, pero nunca
encuentra causa para apresurarse a huir de Él.
Todos
los cristianos verdaderos son linaje escogido; constituyen una familia, un
pueblo distinto del mundo: de otro espíritu, principio y costumbre; que nunca podrían
ser si no fueran escogidos en Cristo para ser tales y ser santificados por su Espíritu.
El
primer estado de ellos es de grandes tinieblas, pero son sacados de las
tinieblas a un estado de gozo, placer y prosperidad, para que muestren las
alabanzas del Señor por la profesión de Su verdad y su buena conducta.
Qué
enormes son sus obligaciones con El, que los ha hecho su pueblo, y les ha
mostrado misericordia!
Estar
sin esta misericordia es un estado espantoso, aunque el hombre tenga todos los
placeres mundanales.
Nada
hay que obre el arrepentimiento tan bien como el pensamientos correcto acerca
de la misericordia y el amor de Dios.
No
nos atrevamos a abusar ni a afrentar la libre gracia de Dios si queremos ser
salvados por ella; pero todos los que quieran ser contados entre los que
obtienen misericordia anden como su pueblo.
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