¿CUÁL ES EL TESORO MÁS VALIOSO?
"Ninguno puede servir a dos
señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro.
No puedes servir a Dios y a las
riquezas" (Mateo 6:24).
Fue encontrado, en las ruinas de Pompéya,
un cuerpo petrificado de una mujer con sus joyas en la mano.
Gastó todo su tiempo para reunir las
joyas, en vez de fugarse, sin demora, de la ciudad condenada.
Por haber demorado en salir del local,
ella acabó perdiendo tanto las joyas como la vida.
Grandes multitudes continúan cometiendo
el mismo error.
Al que intenta alcanzar, al mismo Tiempo,
la tierra y el cielo, acaba perdiendo a ambos...
¿Qué tesoro estamos buscando en este
mundo? Las riquezas de la tierra, que pueden desaparecer a cualquier momento,
¿o las dádivas celestiales qué duran para siempre?
Estamos preocupados apenas con la
prosperidad material, que puede ser engañosa ¿o con los tesoros espirituales
que garantizarán la plenitud de nuestra felicidad?
Muchas veces dejamos a Dios porque
nuestra prioridad es ganar dinero.
Algunos hasta intentan hacerlo en la
vida espiritual, "invertiendo en el reino" como quien deposita en
fondos bancarios. Creen que "dando mucho" recibirán mucho más.
No aman a Dios, pero al retorno financiero
que Él puede dar Si.
Acaban fracasados por perder hasta lo
poco que tienen.
El mayor tesoro que podemos poseer no es
un cofre que guarda las riquezas o una cuenta con muchos ceros. Eso puede acabar
un día y de nada servirá después a nuestra muerte.
Mucho más valioso es el tesoro
celestial, que nos proporciona una vida de felicidad aquí en este mundo y una alegría
que durará por toda la eternidad.
No podemos priorizar los tesoros de la
tierra creyendo que, en el final de la vida, ganaremos también el tesoro celestial.
Lo más acertado es garantizar los
tesoros celestiales y, bajo la bendición del Señor.
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